jueves, 15 de mayo de 2008

La selva Camboyana

Comer carne resecada al sol rodeada de moscas...

Y conversar con personas que no me entienden pero me hago entender y viceversa...

Y conocer como viven, ente otras cosas, rodeados de basura, las comunidades del noreste camboyano...

Y probar el vino de arroz, de un aspecto poco feliz y gusto otro tanto peculiar...

Y bañarme en un lago donde fuera antes un cráter y saber que tengo 70 metros debajo de mis pies...

Y la tranquilidad de la selva...

Y las Keko (las iguanas que cantan para los que no las conocen) aullando por doquier...

Y jugar con niños camboyanos en su propio idioma y besarlos y abrazarlos sintiendo la frescura y simpatía que rebalsan el espíritu de cualquier mortal...

Y transitar un pueblo en el norte de camboya, un pueblo con motos y gente que van y vienen pero así y todo parece que no van a ningún lugar, a ningún destino, un pueblo de tierras rojas y desbordante verde por los costados, un pueblo habitado y fantasma a la vez...

Y sentir camboya en la piel y en los huesos marcados por los caminos tortuosos de su geografía y su historia...

2 comentarios:

hukson dijo...

Hola Flor!
Por fin pude leer tranquila tus aventuras. Tan fascinantes como peligrosas...
Me gusta acompañarte nuevamente en este viaje.
Cuidate mucho amiga. Disfrutá e intentá no atraer los fenómenos naturales como es tu costumbre!
Te quiero y te sigo...

Unknown dijo...

que lindo poder vivir asia a traves de tus ojos, y tus lindas y justas palabras...
te quiere y siempre con vos
laly